Aunque ahora por suerte no lo concebimos así, la pérdida de la virginidad a lo largo de la historia ha sido motivo de condena social y, en algunos países, todavía en la actualidad, se sigue haciendo por causa de religiones severas y oscurantistas, que tildan a las mujeres de promiscuas y las rechazan y someten a un calvario por los prejuicios de su sociedad.
Pero esto solo pasa con las mujeres, no con los hombres que, mientras a ellas se las cerca y vigila para que nadie ose tocar un bien tan preciado, a ellos se les incita a que se familiaricen mediante contactos con prostitutas expertas en adolescentes vírgenes. Son los propios padres quienes les animan a ‘estrenarse’ como premio del paso de la niñez a la adolescencia.

La ‘primera vez’ es algo íntimo, personal, libre de elección y un paso más hacia lo que será nuestra vida sexual. Para la cual necesitamos preparación e información. Ni tiene porqué ser terrible, ni doloroso. Y, lo más importante, no hay que tener miedo.
Lo primero es saber ver la mejor situación, un lugar adecuado y una persona que nos inspire confianza y nos guste. Si esa persona nos quiere y estamos enamorados, mucho mejor. Debemos estar relajados, sin miedo, esto será fácil si de verdad deseamos que pase. Paciencia, recordad que hay que usar preservativo, y más aún en estas situaciones donde hay riesgo de contraer ETS por la mezcla de fluidos corporales como el semen, la sangre, etc. En la primera vez ayudan mucho los lubricantes, con ellos te será más agradable la experiencia y querrás repetirla. Es normal que se sienta alguna molestia y algún dolor leve, pero con cada penetración va desapareciendo.
Suelo ponerme muy reiterativa con el sexo libre y consentido. Hay gentes con mentes aberrantes y enfermas que pagan fortunas por hacerlo con muchachas y muchachos vírgenes. Nuestra primera vez es una experiencia que jamás olvidaremos en nuestra vida y que marca cómo nos comportaremos en las futuras relaciones sexuales que tengamos. Está en nuestra mano hacerlo bello y dulce. Somos dueñ@s de nuestros cuerpos, nuestras acciones, nuestros sueños y nuestros placeres. Nadie, absolutamente nadie nos debe prohibir hacer algo que nos guste. Nosotros mismos somos los que tenemos la última palabra en lo referente a nuestra sexualidad.
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